El impresionismo fue una corriente artística que encontró en la pintura su más preciado ámbito de expresión. Surgió en la segunda mitad del siglo XIX en Europa, principalmente en Francia, y contó con representantes tan afamados como Frédéric Bazille, Paul Cézanne, Edgar Degas, Édouard Manet, Claude Monet o Pierre-Auguste Renoir, entre otros.¿Cómo era la pintura impresionista?
Características de la pintura impresionista
Pinceladas grandes y cortas
La pintura impresionista debe en gran medida su esplendor a los trazos gruesos, pinceladas grandes y cortas cuyo resultado final son las formas inexactas.
Colores claros y puros
Uso reiterado de colores claros, suaves, puros y saturados, sobre todo azules y verdes. Tonos pasteles y predilección por los primarios y secundarios. Nada de sombras negras, en caso de existir esta ausencia de luz se consigue mediante la mezcla de colores complementarios.
Luminosidad
Los impresionistas amaban la luz. Sus obras huyen de la oscuridad y el color blanco predomina sobre el negro.
Formas poco nítidas
La inexactitud impresionista se traduce en la práctica en sujetos y objetos poco nítidos cuando se perciben de cerca. Se trata de imágenes borrosas, poco precisas, seña de identidad sin embargo de un estilo de marcada personalidad.
Encuadres atípicos
Los autores del impresionismo apelaron igualmente a la creatividad a través del encuadre. Sus puntos de vista se salían en ocasiones de lo convencional, sustituyendo la perspectiva frontal por otras más o menos altas o bajas.
Personas y naturaleza, protagonistas principales
Las personas cobran mucha importancia en las composiciones pictóricas impresionistas y del mismo modo los elementos naturales, los paisajes al aire libre y especialmente el agua.
París, la gran inspiradora
La capital de Francia, la ciudad del amor y de la luz, fue también uno de los escenarios predilectos por los pintores impresionistas, que encontraron en ella y sus alrededores las escenas con las que poner brillo a sus obras.
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